Poesía Empatía

En el silencio donde el alma respira,
donde el pensamiento se aquieta y el sentir despierta,
brota la intuición, voz antigua, sabia y sutil
que no habla en palabras, sino en vibraciones.

Allí, en ese espacio sin fronteras,
la empatía florece como loto en aguas quietas:
no nace del juicio, sino de la unión,
del saber que el otro y yo
somos reflejos del mismo sol interior.

La intuición es puente invisible,
teje hilos de comprensión entre corazones.
No necesita mirar para ver,
ni oír para entender.
Solo sentir…
el pulso universal que nos recorre a todos.

Desde la mirada holística,
cada emoción es una nota en la sinfonía del ser,
cada encuentro, una oportunidad de recordar
que la compasión no se aprende —se despierta.

Y cuando la intuición guía,
la empatía se expande sin esfuerzo,
como un río que conoce su cauce.
Entonces, amar deja de ser elección
y se convierte en naturaleza.

Porque al intuir al otro,
nos intuimos a nosotros mismos,
y en ese espejo sagrado
descubrimos la verdad más simple:
sentir con el corazón es comprender con el alma.