Vision y perspectiva

El lugar donde la mirada despierta

Hubo un tiempo en que creía que la realidad era solo lo que veía.
Un conjunto de formas, rostros y sucesos que se movían frente a mis ojos como sombras sobre una pared.
Miraba, pero no veía.
Escuchaba, pero no comprendía.
Mi perspectiva era un hilo tenso, una línea recta que solo alcanzaba hasta donde la mente permitía.

Un día, sin aviso, la vida me detuvo.
Nada parecía encajar; los planes se rompieron, las certezas se disolvieron.
Y en el vacío que quedó, comencé a mirar distinto.
No hacia afuera, sino hacia adentro.
Allí, donde el pensamiento se disuelve y el alma observa.

Fue entonces cuando descubrí algo que no había notado antes:
la realidad no era una serie de hechos, sino un espejo.
Y cada reflejo —agradable o doloroso— me mostraba una parte de mí misma que aún no había querido ver.

Aprendí que la perspectiva se amplía cuando dejamos de resistir lo que es.
Que ver con conciencia es aceptar el movimiento de la vida sin miedo,
como el río que fluye sin juzgar las piedras que encuentra en su cauce.

La visión consciente ampliada no llegó como una revelación repentina,
sino como una suave expansión del corazón.
Comencé a ver conexiones donde antes veía caos,
enseñanzas donde antes veía errores,
humanidad donde antes veía distancia.

Comprendí que cada mirada tiene el poder de crear o destruir el mundo que observa.
Que la forma en que percibo, transforma lo que percibo.
Y que ampliar la visión no significa ver más cosas, sino ver con más alma.

Todo se volvió red.
Las diferencias dejaron de ser barreras y se convirtieron en matices.
Incluso el dolor empezó a mostrar su rostro luminoso: el de la evolución.

Entonces comprendí:
la perspectiva es un don del espíritu,
y la conciencia es el ojo que ve más allá de las formas.

Desde ese día, ya no miro con los ojos del pasado,
ni desde la ansiedad del futuro.
Miro desde el presente,
desde el punto donde la vida respira conmigo.

Allí, en el silencio claro del ahora,
todo cobra sentido.
Y la visión se abre, inmensa,
como si el universo me mirara a través de mis propios ojos.